Locura de amor (que no es locura y no es amor)

Vomitando amor romántico


Cuando terminé mi primera relación de pareja quedé como la mala, la bruja, la maldita fría e insensible que dejó a un "cabro bueno como el pan” por mero capricho, porque puta, la Gisselle es terrible pesá, mañosa y súper criticona, aparte él siempre le contó a sus amigos que ella se enojaba por todo.

Lo que nadie sabía era que el “pobre cabro” me había engañado hasta con una de mis amigas, porque el susodicho no respetaba nada, o al menos no me respetaba a mí. La gente tampoco sabía que a pesar de que mi voz interna me decía que huyera bien lejos, yo le había dado muchas oportunidades esperando ingenuamente que mi inmenso amor lo cambiara, porque en mi cabeza no era deber de él respetarme, sino que mío, yo debía demostrar lo valiosa que era para que él no me dejara por otra “mejor”.

Cuando terminamos definitivamente me la pasé llorando, porque me sentía tan estúpida, tan ingenua por pensar que yo era importante para él, que él en algún momento entendería que la estaba cagando, que estaba haciendo sufrir al “amor de su vida”. Cuando comprendí que para él casi 5 años de relación no significan nada, me sentí como el ser más insignificante del universo.

Lo bonito hubiera sido que todo hubiera acabado ahí, mi primer amor que no resultó porque los primeros amores casi nunca resultan. Una más en el mundo sufriendo  por el peso de los cuernos que tenía en su cabeza. Pero no. Porque él ya había demostrado no me respetaba, ni le interesaba mi bienestar, así que lo que podría haber sido solo una ruptura muy dolorosa lo convirtió en "Mil maneras de joder tu existencia".

Todo comenzó muy piola, me llamaba de vez en cuando, pero si yo no contestaba no insistía. Me enviaba mensajes de “Te amo” que a mí me dolían muchísimo y tambaleaban mi decisión de no volver. Al principio yo no le contestaba nada, pero esa tonta culpabilidad que sentimos hasta por alguien que nos ha hecho daño me hizo querer contestarle, porque pucha el “cabro bueno” estaba sufriendo, y yo no podía ser tan mala para no contestarle. Craso error.

Me dijo que me amaba, que lo lamentaba, que se haría el harakiri con tal de que volviéramos, que yo era el amor de su vida. El recuerdo de tantas traiciones fue más fuerte y le dije claramente que NO, que me dejara tranquila, que quería olvidarlo. Craso  error por dos.

Siguió llamando, porque cuando una dice NO, pareciera que escucharan SÍ. Cambié mi número de celular.

Comenzó a mandarme mensajes por fb, nuevamente la culpa me movió a responderle, tuvimos una conversación cansadora en la que él incluso me decía que él era un error humano, una basura, que me necesitaba. Le escribí una respuesta larga en la que le pedía que me dejara en paz, que ya no había vuelta atrás, que su presencia me dolía. La ignoró. Siguió molestándome. Lo bloqueé. Se hizo otro fb. Lo bloqueé. Se hizo un tercer fb. Lo bloqueé.

Como la fuerza de su “amor” soportaba diferentes formatos lo intentó por mail. Uno, dos, tres mails diferentes. Bloqueo, bloqueo, bloqueo.

No podía olvidarme, ¡Su agonía era inmensa! Habló con mis antiguas amigas, les pidió que intercedieran por él, que entregaran sus mensajes, ellas lo hicieron y todo de nuevo: hablar, explicar cómo me sentía, pedir por favor que me dejara tranquila, llorar y llorar porque sentirme anulada por él nuevamente era doloroso.

Pasaron más cosas, pero para qué seguir, a esta altura ya deben haber comprendido la dinámica: me busca, me dice que me ama, me pide perdón, le pido que me deje tranquila, le importa una mierda cómo me sienta, me sigue molestando, todo de nuevo. Y todo de nuevo hasta el infinito una vez más porque al final esta no es una historia de amor, sino que de acoso, y mientras yo me sentía culpable por un “pobre cabro” que no hacía nada más que “amarme”, él me demostraba una y otra vez que en esta hermosa historia de “amor” no importaban mis sentimientos ni mis decisiones, no importaba que yo hubiera terminado con él por algo que él hizo, tampoco importaba mucho lo que sufrí antes y después del término. Aquí lo que importaba era él, como él se sentía y lo que él quería. No quería dejarme tranquila, no quería que yo lo olvidara, no quería respetarme como ser humano.

Y aquí queridas amigas es cuando al fin descubrí que él no me amaba, en verdad lo descubrí muchísimo antes, pero siempre le da dramatismo establecer un punto específico en que una ve la luz y dice: “CTM este weon está cagado, huye, Gisselle, huye”.

Gracias a Dios después de un año (¡Sí, un año!) no siguió molestándome, desapareció del mapa como siempre deseé. Pero no puedo negar que comencé a tenerle miedo, porque vivía cerca mío y me daba pavor imaginar qué más podría hacer. No se… tal vez una hermosa “locura de amor”, ir a mi universidad con mariachis, o algo más hermoso aún, adentrarse al Mapocho con un cartel sobre su cabeza que diga: “Gisselle Hablemos”, “Gisselle Vuelve”, “Gisselle Te Amo”. Creo que hubiera sido HERMOSO, ¿o no?, luego él hubiera salido en primera plana con un titular que dijera: “Romántico y arrepentido joven realiza locura de amor”.

Es curioso cómo los hombres cometen “locuras” en nombre del “amor”, en cambio nosotras no hacemos locuras, sino que somos arrastradas, locas. Y anda a quejarte de ser víctima de acoso o maltrato, ahí eres histérica, “le metes color”, te victimizas.

Afortunadamente no me ha vuelto a pasar algo así, he aprendido a confiar mucho en mi intuición y a huir bien lejos cuando las cosas se ponen turbias. Pero tengo anotadito en mi frente lo que me diré si me vuelve a tocar un “cabro bueno”, pero acosador, y dice así: “No es amor, Gisselle, es acoso. No sufre por ti, sufre por él y su ego herido. No es perseverancia, no es romanticismo, él no quiere respetar tus decisiones. Atreverte a dejarlo fue, en esta relación, la primera muestra de amor hacia tu persona, y vino de ti, no de él, porque el amor no engaña, el amor no duele, el amor no acosa, el amor no mata”.

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